Los trastornos del estado de ánimo, y la depresión en particular, se encuentran entre las más prevalentes, y al mismo tiempo más discapacitantes, de todas las enfermedades médicas. En las últimas décadas se han conseguido delimitar bastante bien las formas de enfermar caracterizadas por alteraciones en el estado de ánimo (depresiones unipolares, trastorno bipolar, ciclotimias, distimias, trastornos esquizoafectivos, etc…) cada una de ellas con un patrón particular de aparición y desarrollo, y también con un abordaje terapéutico específico.
Como ocurre en otras enfermedades del cerebro, el riesgo de desarrollar un trastorno del estado de ánimo tiene con frecuencia una carga genética, que dependiendo de los casos puede vulnerabilizar más o menos a la persona a padecer alguno de estos trastornos. La experiencia parece demostrar que a mayor riesgo genético, más probable es que la enfermedad tenga características clínicas definitorias de un trastorno biológico, y no puramente reactivo a las circunstancias ambientales. Por otra parte, nuestras experiencias desde el principio de la vida tendrán un indudable efecto tanto en la expresión de nuestros genes (epigenética) como en el desarrollo de nuestro cerebro, y por tanto de la vulnerabilidad a padecer este tipo de trastornos mentales.
Como ocurre con todas las enfermedades, y especialmente con las mentales, un diagnóstico acertado precoz mejora el pronóstico a largo plazo y disminuye el sufrimiento generado por la afectación cerebral. No todas las depresiones son iguales, ni mejoran de la misma forma: por ello es tan importante la claridad conceptual y la perspicacia clínica, capaces de ofrecer el tratamiento correcto a la persona que sufre un trastorno mental.
Los trastornos del estado de ánimo no son tampoco una excepción, y el trabajo conjunto de psiquiatras y psicólogos suele funcionar de forma sinérgica. Aunque es cierto que la precisión en el diagnóstico es esencial para poder decidir el cometido específico de cada una de estas disciplinas. A pesar de que el porcentaje de éxitos terapéuticos en estos cuadros clínicos no es ni mucho menos completo, hoy en día muchas personas que han padecido alguno de estos trastornos han sido capaces de superarlo y dejarlo atrás.