LAS ESQUIZOFRENIAS Y OTROS TRASTORNOS PSICÓTICOS
Mario tiene 20 años. Vive con su familia (padres y una hermana pequeña) y estudia segundo curso de físicas en la universidad. Su familia lo describe como un chico obediente, organizado, con bastantes amigos, y novia desde que ha empezado a ir a la facultad. No padece ninguna enfermedad médica, y hasta ahora nunca había necesitado consultar con ningún profesional de la salud mental. Tampoco hay antecedentes psiquiátricos en la familia, aunque la abuela materna, quien ya no vive, estuvo ingresada en su juventud en un hospital psiquiátrico.
En los últimos meses, Mario se recluye más en su habitación, donde llega a pasar horas encerrado con la luz apagada. Ha dejado de salir con sus amigos, e incluso tampoco llama a su novia para quedar. Sus padres lo notan más esquivo, con malas contestaciones cuando le preguntan si le pasa algo. Lo ven diferente.
La semana pasada ha empezado a decir que sabe que lo vigilan, por lo que mantiene las contraventanas cerradas todo el día. Sus padres han notado también que evita ponerse delante de la televisión. Se pasa todo el día con los cascos puestos, escuchando música, incluso cuando accede a comer con el resto de su familia. No se asea, ha empezado a acumular comida en su habitación. Los padres han acabado avisando a una ambulancia cuando Mario ha intentado clavar unas maderas en la puerta de su habitación, probablemente para evitar que nadie accediera a ella, y se ha puesto muy inquieto.
El traslado al hospital ha sido muy traumático para la familia, al haberse tenido que hacer con intervención de la policía, y necesitándose la contención mecánica y farmacológica en urgencias para preservar su seguridad y la de otros. En la exploración se mostraba francamente asustado, hipervigilante, escuchaba voces amenazantes que le insultaban y comentaban en voz alta lo que él iba haciendo. Fue necesario ingresarlo en la planta de agudos de psiquiatría y, tras haber sido dado de alta con un diagnóstico provisional, meses después pudo hacerse el definitivo diagnóstico de esquizofrenia paranoide. Afortunadamente, y a pesar de la gravedad del trastorno, Mario ha mantenido correctamente el tratamiento psicofarmacológico, al advertirle su psiquiatra en el centro de salud mental de la importancia de no abandonarlo para mantener a raya la enfermedad. Probablemente por eso no ha vuelto a presentar más episodios. Hoy en día está casado con su antigua novia, y trabaja en un taller mecánico. No falla nunca a las visitas de control con su psiquiatra, quien lo visita desde hace años.
Las esquizofrenias son un grupo de trastornos graves que afectan al cerebro,
y cuya historia natural, sin tratamiento que lo evite, puede llevar a la disolución de la vida psíquica de la persona que lo padece. Aunque suele comenzar clínicamente entorno a la adolescencia tardía (a veces antes, a veces después…) probablemente el trastorno ya estaba activo desde años antes de poder observarse externamente. Aunque hay síntomas bastante característicos de esta enfermedad, se suele necesitar tiempo para poder establecer un diagnóstico certero. Se trata de un trastorno muy biológico, y las medicaciones empleadas en su manejo (los llamados “antipsicóticos”) aunque no son curativas, han logrado cambiar enormemente el pronóstico de estos enfermos, muchos de los cuales permanecían, hasta hace no mucho tiempo, recluidos de por vida en hospitales psiquiátricos de larga estancia. Es muy importante la detección precoz de las primeras señales de anormalidad funcional asociadas a la esquizofrenia (en nuestro caso, los padres podrían haber consultado al observar la reclusión en la habitación de su hijo, y los cambios de conducta inusuales en él) porque cuanto antes se intervenga, mejor será el pronóstico a medio y largo plazo.
