Psiquiatria

Los nombres de los psicofármacos: un posible factor de confusión

By noviembre 29, 2021No Comments


Las sustancias que se emplean para mejorar el estado psíquico de las personas, los psicofármacos, se suelen clasificar en diferentes grupos o “familias”: por ejemplo, los antidepresivos, los antipsicóticos, antiepilépticos, tranquilizantes, etc.

Aunque esta clasificación es necesaria para un mejor manejo de estos principios activos, y porque nos ayuda a entender “de un vistazo” algunas de sus propiedades esenciales, es al mismo tiempo un elemento de confusión, y que puede no ayudar nada en el proceso terapéutico:

Por un lado, muchas de estas sustancias no responden al “nombre” que se les ha asignado, y no funcionan como se esperaría que lo hicieran por ese término: por ejemplo, muchos fármacos que tienen el calificativo de “antidepresivos” no ejercen como tales, si no se emplean en determinados trastornos depresivos (la mayoría de estas sustancias no “aumentan el ánimo” sólo porque lleven esa designación).

Por otra parte, las capacidades terapéuticas de la mayoría de los psicofármacos exceden las que vienen indicadas por el grupo al que pertenecen: por ejemplo, muchos antidepresivos son muy buenos tranquilizantes mentales, y antiobsesivos; y muchos antipsicóticos son útiles como ansiolíticos, hipnóticos, o incluso antidepresivos.

Ante esta aparente confusión entre los “nombres familiares” de los fármacos, y las propiedades reales de estas sustancias, probablemente la mejor opción es confiar en la profesionalidad y conocimientos de quienes hemos elegido para que nos ayude, y que deben conocer bien estos entresijos de nombres y propiedades: probablemente es la mejor forma de salir adelante con el problema clínico que nos ha hecho solicitar su ayuda. Esa confianza no es obstáculo para, al mismo tiempo, pedirle al médico explicaciones sobre los fármacos que nos recomienda hacer para nuestra circunstancia clínica, en todos sus aspectos: propiedades beneficiosas, y posibles secundarismos de la sustancia, de forma que las ventajas de su uso compensen con creces sus posibles problemas. La relación médico-paciente no deja de ser una relación de ayuda, confianza, y cariño.