Me siento triste, enfadad@, ansios@, miedos@… ¿Alguna vez te has parado a pensar, para que sirve esta emoción o qué función tiene que aparezca? Aunque pueda parecerte extraño, tienen una función adaptativa, que es la de sobrevivir y debemos interpretarlas como una señal para prestarles atención y así lograr una mejor consciencia de nuestras emociones para poderlas gestionar y poder dar una respuesta adaptativa a los estímulos del entorno.

Veamos ejemplos de esta función adaptativa de algunas de las emociones primarias:

El miedo: su sentido biológico es facilitar la respuesta de huida ante un peligro o también el de quedarse quieto para poder así pasar desapercibido. El miedo ayudó a los humanos que vivían en las cuevas a sobrevivir protegiéndose de los animales depredadores, de otras tribus e incluso del peligro del fuego. Hoy en día los peligros han cambiado pero el miedo sigue siendo esa señal de alerta que nos ayuda a protegernos.

Cambios en el cuerpo: Descarga de adrenalina, dilatación de pupilas, aumento de la tensión arterial, contracción muscular, relajación de esfínteres, en casos extremos con pérdidas de orina.

La ira: Su sentido biológico era poder enfrentarse al enemigo o defenderse. Su función adaptativa sigue siendo la autodefensa y ayuda a incrementar la energía para la acción. Puede ir dirigida hacia el otro o hacia uno mismo.

Cambios en el cuerpo: Aumento de la respuesta cardíaca y la presión arterial, sudor, aumento en los niveles de adrenalina y noradrenalina, respiración rápida, alta tensión muscular en todos los músculos, brazos y piernas tensos, preparados para el movimiento

La tristeza: su sentido biológico, ante situaciones de pérdida, conllevó en los humanos prehistóricos a una pérdida de energía que invitaba al refugio en el propio hábitat con los demás miembros del grupo, ya que solía ser el sitio más seguro para la supervivencia. Su función sigue siendo de reclusión con uno mismo y así poder lograr reintegración, volviendo a construir respuestas más adaptativas.

Cambios en el cuerpo: reducción niveles de serotonina, enlentecimiento metabólico, abatimiento, pesadez corporal.

¿Cuándo ocurre el conflicto?

Cuando no se le da espacio a la emoción. Sino se trabajan las emociones pasan al inconsciente y quedan como “programadas”, “guardadas”, esperando a desencadenarse en otra ocasión más conveniente. Si esta ocasión no se da, el sistema límbico puede acabar dándoles una salida fisiológica, como puede ser un síntoma físico o psíquico. Ejemplos: “No pude llorar a mi marido porque tenia que cuidar de mis hijos”, “no tuve tiempo de pensar en mi enfermedad porque sino me iba a derrumbar y no podía permitírmelo”.

Cuando la emoción se extiende en el tiempo más de lo necesario. Estar alerta es adaptativo, pero si estamos alerta todo el tiempo, ya hemos visto que el cuerpo genera una gama de cambios físicos que durante un periodo corto de tiempo ayuda a sobrevivir, pero mantenido en el tiempo se traspasa el límite tolerable del estrés, por tanto, si no se soluciona acaba dando el síntoma en el cuerpo o en el psíquico. Ejemplos: “Desde el maltrato de mi expareja vivo con miedo todo el tiempo, a equivocarme, al rechazo…”. “Desde que murió mi madre, estoy triste todo el tiempo, ya no soy la misma persona”. “Vivo con una rabia todo el tiempo que no es normal, exploto por cualquier cosa”, “lloro todo el tiempo y por todo”, “tengo ansiedad todo el día y no sé por qué”

 ¿Qué podemos hacer?

  • Tomarnos un café con nosotros mism@s y preguntarnos qué emociones estamos sintiendo y qué función están realizando. Escribirlo por ejemplo en una libreta ayuda a poner consciencia a lo que nos ocurre. También puede servirnos intentar recordar cuándo fue la primera vez que nos sentimos así y qué estaba ocurriendo en ese momento. A veces dibujar una línea del tiempo con acontecimientos importantes que nos han ocurrido ayuda a identificar qué emociones hemos podido evitar o nos han podido surgir.
  • Hacer caso a las señales que nos da el cuerpo y no ir acumulando hasta no poder más.
  • Compartir las emociones con las personas que nos sentimos cómod@s es una forma de poder expresarlas y ayuda a poder gestionarlas mejor
  • Siempre que haya un síntoma físico que no se resuelve acudir al médico adecuado. No posponerlo. Y si a nivel psíquico no podemos gestionarlas y se nos escapan de control, pedir ayuda psicológica es una buena opción ya que te da la oportunidad de tener más herramientas para gestionar y tener mejor manejo de las propias emociones.

¡No lo dudes, para y tomate ese café contigo mismo!