Para poder ahorrarnos tiempo y energía nuestra mente tiene un tipo de memoria que nos es muy útil, estamos hablando de la memoria procedimental. Vamos a poner el ejemplo más conocido y fácil de entender, la conducción. Cuando uno no sabe conducir y está en la autoescuela tiene que estar constantemente pendiente de muchos estímulos a la vez, nos resulta complicado saber qué marcha poner, qué pedales estamos pisando a la vez que miramos por el retrovisor… Llega un momento en que nuestra mente internaliza y genera un patrón, gracias a la memoria procedimental, en este punto estamos hablando de cuando ya hemos automatizado la conducción, y ya no necesitamos usar conscientemente nuestra atención ni gastar nuestra energía en pensar en qué pedal tocar o qué marcha poner.

El piloto automático se activa frecuentemente en nuestro día a día, más allá de la conducción, nos ayuda a llevar a cabo tareas de la vida diaria, rutinarias y repetitivas. De este modo, hacemos cosas sin estar presentes en ellas. Esto puede parecer beneficioso, pero es realmente peligroso ya que si se generaliza puede llevarnos hacia el estrés y la ansiedad.

¿Cuándo sé si mi piloto automático ha dejado de ser beneficioso?

  • Me noto desconectado todo el tiempo, de mí y de mi alrededor.
  • Pierdo el interés y la motivación en mi día a día.
  • Tengo problemas de concentración, de memoria y/o de atención.
  • Tengo síntomas de estrés y ansiedad.
  • Pienso más en el futuro que en el presente.
  • Me preocupo y siento que mi pensamiento da vueltas.
  • Me siento frustrado, insatisfecho, me quejo o me juzgo con frecuencia.
  • Siento que no llevo el rumbo de mi vida.

Si identificas estas señales de alerta en tu día a día, vamos a ver algunos consejos o ejercicios que puedas empezar a aplicar en tu rutina para poder romper el piloto automático. Lo más importante es poder sentirnos verdaderamente presentes en el aquí y ahora, contactando con nuestra experiencia interna y externa plenamente.

  1. Párate y observa tus pensamientos y creencias, sobre ti y sobre el mundo. Identifica aquellos que estén relacionados con el juicio y la crítica e intenta modificarlos por algo que te ayude o con lo que estés más en sintonía. Muchos de estos pensamientos o creencias vienen del pasado y se han quedado anclado en él.
  2. Haz unas respiraciones profundas con los ojos cerrados. Observa y nota el cuerpo poniendo atención a las sensaciones internas, fíjate en cómo entra el aire cuando inhalas y compara la sensación con la exhalación.
  3. Haz un pequeño escáner corporal, si quieres también con los ojos cerrados, observa tus sensaciones físicas, recorriendo todo tu cuerpo e identifica si hay alguna molestia o malestar, y si la encuentras, atiéndela.
  4. Intenta poner mucha atención a cualquier actividad que realices, intenta captar los detalles como si fuera algo totalmente nuevo. Puede que descubras cosas nuevas en cada elemento rutinario. Mira el mundo como si nunca lo hubieras visto antes.