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AUTOCUIDADO, SEGURIDAD Y PATRONES DE APEGO.

By octubre 9, 2023No Comments

Cuando hablamos de autocuidado debemos referirnos a tres conceptos básicos que mueven a la persona a realizarlo: un sentimiento de quererse y valorarse que genera la actitud necesaria para cuidarse de forma positiva; la ausencia de actitudes de auto-rechazo y por último las acciones positivas que promueven el crecimiento personal y la auto-valoración.

Sin la actitud que lo promueve, es menos probable que se puedan generar acciones positivas de autocuidado. Esto que puede parecer básico e innato, depende de las experiencias con nuestros cuidadores principales (nuestras figuras de apego) y de la sensación de seguridad que con la que hemos crecido, producto de esas experiencias.

 

¿Por qué la sensación de seguridad es tan importante para llegar a querernos, valorarnos y cuidarnos?

La seguridad es una sensación interna se genera en la relación con nuestras figuras de apego, ya que dependemos del adulto como base segura para crecer. Nacemos inmaduros y llegar a la vida adulta requiere varios años en los que pasamos por distintas etapas. Somos la especie que más tiempo permanecemos en el seno familiar,

Cuando el adulto constituye una base segura para el niño, eso le permite ir explorando el mundo, crecer sintiéndose cada vez más seguro en su autonomía sabiendo que el adulto estará disponible y puede contar con él cuando lo necesite. Esa relación de apego hacia sus cuidadores principales es la que le permite configurar su idea del mundo, la forma de vincularse con los demás y cómo se mira a sí mismo. Son formas más o menos estables de vincularse a las que llamamos patrones de apego en las que aprende qué puede esperar de los demás y qué esperan los demás de él.

Si esos patrones están basados en el afecto positivo, el reconocimiento y atención adecuada de las necesidades y sentimientos del niño, la forma de mirarse a sí mismo será también positiva, le proporcionará seguridad interna y autonomía, con lo que podrá relacionarse de forma segura con los demás. Esto conforma la base de la autoestima y la posibilidad de generar una actitud positiva hacia el autocuidado.

No siempre se dan las condiciones para que esto sea así, se pueden producir distintas situaciones en las cuales el vínculo con las figuras de apego no genera sensación de seguridad.

Los padres tienen sus propios patrones de apego adquiridos, a lo que se suman innumerables factores que pueden influir en su capacidad para responder de forma adecuada a las necesidades de sus hijos.

Cuando la figura de apego no está disponible y no responde a las demandas del niño, éste aprende a distanciarse de sus necesidades, de forma intuitiva entiende que no puede pedir, por lo que tampoco puede “sentir” ya que sus necesidades no serán satisfechas. Se forma así lo que llamamos un patrón de apego distanciante (también se suele denominar evitativo). Si la persona crece en este modelo vincular, aprenderá a distanciarse de las relaciones que implican intimidad y de las emociones propias y ajenas. Cuando la vida le presenta situaciones dolorosas tenderá a minimizarlas para no conectar con sus sentimientos, por lo que también le será difícil entender las emociones y sentimientos de las personas con las que se relaciona.

Si la figura de apego responde a las necesidades del niño de una forma inconsistente e impredecible, entonces el niño se aferra a ella en un intento por conseguir su atención. Cuanto más inconsistente sea la respuesta del adulto, el miedo y la preocupación serán las emociones predominantes ya que el niño teme perder la atención del adulto y aprende que en muchas ocasiones ha de cuidar de él para conseguirla, configurando un patrón de apego preocupado (también denominado ansioso-ambivalente)

Las personas con un apego preocupado viven las relaciones con temor a perder a las personas con las que se vinculan, se aferran a ellas pero también sienten insatisfacción porque en su interior perdura la inseguridad y la falta de autonomía, y responsabilizan al otro de cómo se sienten.

Por otro lado, también pueden sentirse responsables de los sentimientos del otro y eso los lleva a hacer cosas por los demás, aunque sea a costa de su bienestar.

Cuando el niño crece en un entorno en el que las figuras de apego funcionan desde los dos extremos antes mencionados es muy difícil para él encontrar una estrategia que funcione para vincularse y encontrar seguridad en el adulto. También puede ocurrir que el entorno sea hostil o caótico. En esos extremos el niño ha de ir cambiando de una a otra estrategia y su patrón de apego será desorganizado, llegando a adulto con un patrón de apego indefinido.

A pesar de no haber crecido en un entorno favorable para desarrollar un patrón de apego seguro, es posible hacer crecer en nosotros la seguridad y todos los aspectos positivos que de ella se derivan.

Es un camino que requiere tiempo, consciencia y constancia.

El primer paso es empezar a identificar nuestros patrones de apego para poder implementar estrategias que nos ayuden a salir del piloto automático con el que funcionamos y cambiar poco a poco la forma de vincularnos con los demás y con nosotros mismos.

Si nuestro patrón de apego es distanciante, el camino hacia la seguridad consistirá en ir reconociendo poco a poco nuestras emociones acercándonos a ellas sin juzgarlas, entendiendo que están ahí porque nos ayudan a identificar lo que necesitamos. Vincularlo a nuestra historia para identificar en más detalle cómo han sido los vínculos con nuestras figuras de apego, cuáles han sido las necesidades que no han podido ser satisfechas y cómo ello ha influido en nuestra forma de relacionarnos con los demás y con nosotros mismos. Ir conociendo nuestro mundo interno a través de la observación y la reflexión compasiva, sin juzgarnos por sentir miedo a conectar con nuestras emociones. Hablar de nuestros sentimientos para ir generando experiencias de mayor intimidad emocional con los demás.

Así podremos ir perdiendo el miedo a ser rechazados por exponer nuestras ideas, defender nuestros derechos o pedir lo que necesitamos sin tener que mostrarnos siempre fuertes, que nada nos afecta y darnos la oportunidad de comprobar que podemos contar con otras personas, que puede haber alguien disponible para nosotros.

Si nuestro patrón de apego es preocupado, necesitamos ganar autonomía. Reflexionar sobre la necesidad de aferrarnos al otro en un intento de sentir seguridad: cómo esa forma de vincularnos desde el miedo a la pérdida genera un torbellino de emociones y pensamientos que no llegan a ninguna solución. Analizarlo desde nuestra propia historia para entender cómo han influido en nosotros nuestras figuras de apego, sin juzgarlos, sólo para poder comprender cómo hemos llegado hasta aquí. Cuáles han sido las contradicciones en las que hemos navegado cuando nuestras necesidades no han podido ser satisfechas de forma consistente.

También aprender a dejar en los demás la responsabilidad sobre su bienestar y sus acciones, soltar el control de que las cosas sean como uno necesita o cree que deberían ser y trabajar en generar recursos propios para ganar autonomía y seguridad.

Si nuestro patrón de apego es desorganizado, el camino consiste en trabajar aspectos que tienen que ver con el apego evitativo y también con el apego preocupado, para encontrar un punto de equilibrio entre ambos extremos. También será necesario analizar nuestra propia historia de apego para comprender cómo han sido las experiencias que nos han llevado a ese caos interno en el que es difícil entender las oscilaciones entre sentimientos, emociones y pensamientos contradictorios en los que nos movemos sin poder evitarlo. Seguramente necesitaremos ayuda para encontrar la forma de adquirir perspectiva para ir relacionando poco a poco las piezas que están inconexas y así ir conformando un todo más coherente que nos ayude a dar los primeros pasos hacia la seguridad.

Mirar hacia nuestro interior puede ser lo que más miedo nos da, es la parte más difícil pero también la única que puede allanar el camino hacia una vida más satisfactoria, mejorando las relaciones con las personas de nuestro entorno y sobre todo con nosotros mismos.